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¿«Pobre pero escritor»?… ¡Déjate ya de excusas y publica!

A ver, ¿cuántas veces has escuchado la frase “pobre pero honrado”? Un clásico. Pero ¿sabes cuál es la versión moderna, una que leo en varios de los emails que recibo y respondo cada día en Ciberautores? “Pobre pero escritor”. ¡Creo que ya es hora de decirles algo!

Dime que no eres de los que se pasa la vida quejándose de que solo unos pocos privilegiados, esos que nacieron en cuna de oro o ya tienen un nombre en la industria, son los únicos que logran triunfar en el mundo de la escritura. Que ellos tienen tiempo, contactos, recursos, mientras tú, pobre mortal, apenas puedes encontrar un momento libre entre tus obligaciones diarias.

Vamos, que parece que el éxito es cosa de unos pocos elegidos y tú no estás en la lista. Pero déjame decirte algo: esa queja es solo una excusa más que te estás poniendo para no enfrentarte a la realidad. Porque la verdad, aunque duela, es que no se trata de lo que tienen los demás, sino de lo que tú no estás haciendo.

Entonces es cuando entra aquello de “lo que yo escribo no es comercial”, bla, bla, bla…  Ya me entiendes. Pamplinas.

Aquí no estamos hablando de una cuestión de dinero, sino de mentalidad. Y no me malinterpretes, porque no estoy diciendo que si publicas te harás millonario. Lo que digo es que si te sigues poniendo excusas, si sigues dejando que el miedo y la procrastinación te dominen, entonces estás condenado a seguir quejándote, no solo de no poder publicar… te quejarás de todo. 

Las excusas son la forma más eficiente de no dar ese paso que quieres dar y no te atreves.

Vamos al grano. Dime ¿cuántas veces has vuelto a guardar tu libro porque “no tenías tiempo”? Es la excusa estrella, la favorita de todos los que se esconden detrás de su supuesta falta de tiempo para no ver la realidad. Y la realidad es que no quieres enfrentarte a la posibilidad de que lo que escribas no sea bueno, que no guste, que no venda. Piensa si es lo que te sucede.

El miedo al fracaso es tan paralizante que muchos autores prefieren no hacer nada antes que arriesgarse a intentarlo. De esa manera siempre queda la duda razonable de que la calidad está. Pero ¿sabes qué? Esa es la mejor receta para asegurarte de que jamás llegarás a ser el escritor que sueñas ser.

En cuanto a la falta de tiempo, es una cuestión de prioridades. Siempre hay tiempo para lo que realmente te importa. Si puedes pasarte horas viendo Netflix, haciendo scroll sin parar por las redes sociales, chateando por Whatsapp o incluso simplemente quejándote de lo injusta que es la vida, entonces tienes tiempo para escribir y ponerte las pilas. Pero eso sí, hay que decidirse.

Porque escribir, de verdad escribir, no es fácil. Requiere disciplina, esfuerzo y, sobre todo, compromiso. Compromiso contigo mismo y con tu arte. Si no estás dispuesto a hacer ese sacrificio, entonces sí, mejor sigue soñando con ser escritor mientras te quejas de lo injusto que es el mundo.

Ambos sabemos que en el fondo son solo excusas y que se puede,

Pero no nos quedemos solo con esa supuesta falta de tiempo, porque hay otra excusa igual de letal: la famosa falta de inspiración. Cuántas veces te has sentado frente a la pantalla en blanco esperando a que la musa venga a visitarte. Y claro, como la musa no aparece, decides que ese no es el día para escribir. Mejor lo dejas para mañana, o para la semana que viene, o para el mes que viene…

Y así pasan los días, las semanas, los meses, y lo único que tienes es una colección de pantallas en blanco y una frustración creciente. La inspiración no es algo que te caiga del cielo, no es una epifanía divina que te golpea de repente. Es un músculo, y como todos los músculos, debe entrenarse.

Si te sientas a escribir todos los días, aunque sea un párrafo, aunque sea una línea, estás entrenando ese músculo. Y cuanto más lo entrenas, más fuerte se hace, más fácil te resulta escribir, y menos dependes de esa supuesta inspiración.

No lo digo yo, lo han dicho genios como Stephen King, Murakami, Joyce o Bradbury. Ellos escribían cada día de su vida. Los grandes escritores no son aquellos que escriben cuando les viene la inspiración, sino aquellos que se sientan a escribir, tengan o no tengan ganas, y lo hacen día tras día, sin excusas.

Y ahora hablemos de esa otra gran excusa. la que más intentamos disimular: el miedo al juicio de los demás. Ese miedo paralizante a que lo que escribas no le guste a nadie, a que te critiquen, a que te ignoren. Es un miedo natural, porque a todos nos gusta sentirnos valorados, apreciados, comprendidos. Pero si dejas que ese miedo te domine, entonces estás dejando que otros dicten tu vida, que decidan por ti si lo que haces vale la pena o no.

¿Por qué deberías dejar que el juicio de los demás tenga tanto poder sobre ti? El miedo al rechazo es comprensible, pero no puede ser la razón por la que dejes de hacer lo que amas. Publica, aunque solo sea para ti, aunque solo lo lean tres personas, aunque esas tres personas sean tu madre, tu mejor amigo y el perro del vecino.

Porque si no lo haces, si te quedas esperando a que todos te den su aprobación antes de atreverte a publicar, entonces nunca lo harás. Y peor aún, nunca sabrás si lo que haces tiene valor, porque ni siquiera te has dado la oportunidad de intentarlo.

Ahora, si todavía sigues pensando que no tienes lo necesario, que el mercado está saturado, que nadie está interesado en lo que tienes que decir, entonces permíteme ser brutalmente honesto contigo: estás huyendo de ti mismoEs más fácil esconderse detrás de esas excusas que enfrentarse al trabajo duro y a la posibilidad de fallar.

Pero ¿sabes qué? Te estás equivocando de enemigo, el fracaso no es. No lo es, porque fracasos han tenido todos los escritores famosos, esos que lees tú y que leo yo. ¿Y cuál es el enemigo? El enemigo es la inacción, la pasividad, el dejar pasar los días y los años sin hacer nada para cambiar tu situación.

Publicar hoy, aunque sea algo imperfecto, aunque sea algo que no esté completamente pulido, es mil veces mejor que no publicar nunca. Porque cada vez que publicas, estás avanzando, estás aprendiendo, estás creciendo como escritor.

Y cada vez que no lo haces, estás retrocediendo, estás alimentando esa voz interna y cómoda que te dice que no eres lo suficientemente bueno, que no vale la pena.

Ser escritor no es fácil, nunca lo ha sido y nunca lo será. Pero no tiene que ser sinónimo de pobreza, ni económica ni creativa. Tal vez todo lo contrario. En muchos casos es la excusa de aquellos que no están dispuestos a luchar por lo que quieren. Si realmente quieres ser escritor, entonces deja de lamentarte, deja de ponerte excusas y empieza a hacer lo que realmente importa: escribe, publica, vuelve a escribir.

Porque la única forma de tener éxito es intentarlo una y otra vez, y la única forma de fracasar de verdad, si es que existe el fracaso, es no intentarlo nunca.

Javier Carbaial

P.D. Publica hoy. No esperes a que llegue el momento perfecto, porque ese momento nunca llega. El único momento que tienes es ahora, y si lo dejas pasar, estarás un paso más cerca de no lograrlo. Y si te da miedo, perfecto, significa que vas en la dirección correcta. Dale con todo.

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Sobre el Autor
Javier Carbaial
Javier Carbajal

Director de Ciberautores.Com.

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