Hablando eres un crack… ¿por qué no te atreves a escribir un libro?

Hablando eres un crack… ¿por qué no te atreves a escribir un libro?

Todo el mundo tiene un amigo así. Uno que, en una comida, en una reunión, en un café con leche mal puesto, empieza a hablar y tú piensas: “Joder, este tío debería escribir un libro”. Porque lo que dice tiene sentido, tiene experiencia, tiene chispa. Se nota que es un «estudiao». Tiene ese algo que hace que lo escuches con atención aunque estés con el móvil en la mano. Ese amigo, ese orador natural, ese que la rompe cada vez que habla… podrías ser tú. ¿Lo eres?

Y sin embargo, aquí estamos. Tú con tu talento verbal, con tu cabeza llena de historias, de aprendizajes, de golpes y glorias, y sin embargo, ni una sola página escrita. Ni una bendita portada con tu nombre. Ni un prólogo. Ni una frase con comillas. Solo likes. Solo cafés. Solo “lo que deberías hacer” que nunca haces.

Porque hablar es fácil. Escribir, escribir es otra cosa. Lo escrito queda para siempre y eso no es para cualquiera.

Escribir te pone frente al espejo, pero no uno de esos que te devuelven la cara bonita, sino uno que te grita “¿De verdad tienes algo que decir o solo te gusta escucharte?” Porque en la charla de bar nadie te corrige, nadie te subraya los errores, nadie te saca una captura de pantalla cuando la cagas. Pero un libro… un libro se queda. Se queda cuando tú ya no estás. Se queda cuando te critican. Se queda cuando tú mismo dudas de si valió la pena todo el esfuerzo.

Y eso es lo que acojona. Porque publicar un libro no te hace vulnerable, te hace transparente. Cualquiera puede leerlo, opinar, juzgarte, y lo peor de todo: ignorarte. Esa es la verdadera pesadilla del que se atreve a escribir. Que lo lean y digan “meh”. Que no pase nada. Que el mundo siga girando sin aplaudirte. Pero ¿sabes qué? Esa posibilidad es precisamente la que lo convierte en un acto de valor. Porque solo los que tienen algo que decir y el coraje de firmarlo, son los que realmente cambian algo.

Y sí, no todo el mundo está hecho para eso. Pero tú, que cuando hablas la gente calla, tú que has vivido cosas que merecen ser contadas, tú que has aprendido a base de golpes lo que otros solo conocen de oídas… tú no puedes seguir escondido detrás de excusas.

Tú no puedes pasarte la vida dejando que otros llenen las estanterías mientras tú llenas solo conversaciones.

Escribir un libro no es cuestión de estilo, coloquialmente hablando, es cuestión de huevos y de ovarios. De poner lo que tienes en la mesa y decir: “Esto soy yo, tómenlo o déjenlo”. Y si tienes miedo de que no sea perfecto, tranquilo: no lo será. Lo importante no es que sea perfecto. Lo importante es que sea tuyo.

Porque mientras tú piensas si estás listo, ahí fuera hay mediocres escribiendo con más ganas que talento y ganando visibilidad, respeto y oportunidades que podrían ser tuyas. No por ser mejores, sino por atreverse.

Así que dime, fenómeno del storytelling de sobremesa… ¿vas a seguir brillando solo cuando hablas o vas a dejar algo escrito para que te recuerden incluso cuando no estés?

Un saludo afectuoso.

Javier Carbaial

P.D. Si necesitas una señal para empezar, esta es. No la ignores. Los libros no se escriben solos, pero tampoco se van a escribir por ti.

Si tienes alguna duda, pregúntameESTOY. No hay preguntas tontas cuando lo que quieres es avanzar. Estoy aquí para echarte un cable, no para que te vayas con la cabeza hecha un lío. Así que mejor preguntar que quedarse con la espinita clavada pensando “ya lo buscaré después”... porque ese “después” suele ser nunca. Preguntar es gratis. Quedarte con la duda… eso sí que sale caro.