¿Tu libro de no ficción aburre? Esta estructura puede cambiarlo todo
No es que tu contenido sea malo. Es que lo estás contando como si estuviéramos en 1985 y lo único que existiera fuera el prólogo, el capítulo 1 y el epílogo de siempre. Y claro, el lector que viene de consumir contenido con hipervínculos, vídeos cortos y texto interactivo… se te duerme. Se aburre. O peor: cierra el libro y no vuelve.
La solución no es poner dibujitos o pensar que los libros han muerto, es cambiar la forma en que estructuras lo que escribes. Y aquí entra la estructura hipermedia: un modelo que viene del mundo digital, pero que puedes aplicar a un libro de no ficción sin tener que convertirlo en app. Solo tienes que pensar diferente, out-of-the-box como dicen los de Massachusetts.
La idea es simple: no pienses en “capítulos” que se encadenan como una escalera. Piensa en módulos que se conectan como nodos. Que el lector pueda leer tu libro en orden… o no. Que cada parte tenga valor por sí sola. Que un lector lo abra en la página 45 y aún así entienda y se lleve algo potente.
¿Te suena arriesgado? Pues es exactamente lo que hace que los libros modernos de no ficción funcionen. Porque el lector de hoy no siempre quiere una línea narrativa. Quiere ir al grano. Quiere picar de aquí y de allá. Quiere que cada fragmento sea útil, inspirador, aplicable.
Ejemplo claro: empieza cada módulo con una pregunta potente. Resume la idea en una frase clave. Usa historias reales o analogías visuales. Termina con algo accionable. Y enlaza con otro módulo con frases tipo: “¿Te suena esto? Entonces sáltate todo el resto y ve directo al capítulo 7”. Como un mapa, no una carretera única.
Y si quieres ir un paso más allá, haz que el libro tenga “salidas digitales”: códigos QR que llevan a un video tuyo explicando el punto, listas de recursos descargables, pequeños ejercicios guiados en audio. No tienes que convertirte en diseñador UX, pero sí en alguien que entiende que un libro ya no es solo texto. Es experiencia.
Esto no es solo una cuestión de estética. Es una estrategia. Porque cuanto más adaptable es tu libro, más formas tienes de venderlo, de transformarlo, de reaprovecharlo. Puedes convertir esos módulos en hilos de Twitter, en artículos para LinkedIn, en partes de un taller. Un buen libro modular vale por cinco productos.
Y además, le das poder al lector. No lo atas a tu ritmo. Le das libertad. Le das la sensación de que puede entrar, salir, volver, repetir… como cuando salta entre pestañas del navegador. Pero sin perderse.
P.D. – Si tu lector cierra el libro en la página 12 porque siente que aún falta mucho, has perdido. Pero si lo abre por la 45 y se engancha como si hubiera empezado ahí… entonces lograste la magia. Y esa magia la logras con una estructura pensada para forma en que la gente lee hoy.