Cuando escribes, todo el mundo cree que estás de vacaciones. Feliz día del trabajador.
El otro día me encontré con una amiga de esas que trabajan “en serio”. Oficina bonita, un jefe que grita, tarjeta corporativa y una manía tremenda de preguntarme cada vez que me ve:
“¿Y tú sigues con lo de escribir y las publicaciones por internet?”
Como si fuera una enfermedad crónica.
“Sí, sigo. No me he curado todavía”.
Y ahí es cuando vienen las sonrisas condescendientes, las palmaditas en la espalda, y algún comentario amable tipo: “Eso está muy bien para mantener la mente activa”. Como si escribir fuera hacer sudokus.
Hoy es el Día del Trabajador. Y te juro que no hay fecha que me saque más sapitos en la lengua. Porque entre tanta celebración al currante —que la merece, ojo— los que escriben, bien o mal y donde se pueda, siguen siendo tratados como los que no hacen nada. Como los que se rascan la barriga esperando a que llegue la inspiración mientras el resto del mundo suda para pagar la hipoteca.
¿Sabes cuándo se lo reconocen? Cuando fichan por Planeta o se hacen millonarios, aunque sea por un rato.
Debe ser cosas del karma y eso, pero escribir es trabajar. Y a veces, trabajar más que muchos, aunque sí, es posible, ganando poco para tanto laburo. Que me perdonen los que piensan que esto es ponerse poético en pijamas mientras te sueltan «ya que estás en casa haz las camas, cocina y lava los platos», pero escribir es currar como un burro con úlcera. Y con la diferencia de que la mayoría no tiene sueldo fijo, ni aguinaldo, ni cesta del jefe en la fiesta de Navidad. Lo que tienen son facturas, gastos en publicidad que no siempre funciona y una vocecita que les recuerda cada día: “A ver si vendes algo, porque el mes viene justito”.
Recuerdo una vez que escribí durante tres semanas seguidas sin levantar cabeza. Diez horas diarias, fines de semana incluidos. Cuando terminé, alguien me preguntó: “¿Y por qué no te tomas unas vacaciones? Total, tú manejas tus tiempos…”
¿Sabes qué manejan los escritores y los creadores de contenido escrito? El miedo a no ser leídos. La angustia de no saber si lo que están creando servirá para algo. La montaña rusa de un día vender 500 ejemplares y al siguiente no tener ni para el café. Y aún así, seguir adelante. Porque escribir es tan trabajo como picar piedra. Solo que las piedras se pican dentro de la cabeza.
Pero claro, como no llevan uniforme ni fichan a las ocho, no cuenta.
Ahora dime tú, cuántas veces has llorado con una historia, te has reído con un libro, has aprendido, has disfrutado con una película, has leído las noticias o incluso has sentido que alguien te entendía solo porque lo escribió antes de que a ti te sucediera. Eso no sale del aire. Eso lo escribió alguien que también trabaja, aunque no tenga una junta todos los miércoles a las 9 am.
Así que hoy, Día del Trabajador, si de verdad vamos a homenajear a quienes se parten el lomo todos los días, que sea a todos. Incluyendo a quienes trabajan con las palabras, a los que construyen mundos, a los que escriben para que tú leas.
Y si todavía te queda la duda de si esto es un trabajo, prueba a escribir algo y me cuentas.
Luego hablamos. Mientras tanto, FELIZ DÍA ,TRABAJADORES.
P.D.: Si tienes un escritor cerca, no le preguntes si sigue escribiendo como quien pregunta si sigue soltero. Felicítalo. Hoy también es su día.