Esta es una de esas preguntas que suenan sencillas pero tienen más miga que pan de pueblo. Maquetar un libro no es solo colocar palabras bonitas en una página; es una cuestión de estructura, diseño, estética y, sobre todo, legibilidad. Así que antes de decidir si te tiras al ruedo tú solo o llamas a un profesional, déjame desmenuzarte las opciones como se merece.
Maquetar tú mismo: el camino del héroe (o del valiente)
¿Eres un manitas digital? ¿Te llevas bien con herramientas como Microsoft Word, Adobe InDesign o incluso Canva? Si la respuesta es sí, entonces quizás maquetar tu libro tú mismo sea una opción viable. Pero, ojo, porque aquí no todo es tan sencillo como arrastrar y soltar.
Maquetar tú mismo puede ahorrarte un buen puñado de euros. Hay programas gratuitos que hacen el trabajo básico sin dejarte tirado. Eso sí, la curva de aprendizaje puede ser más empinada que las cuestas del Tour de Francia. Tienes que aprender sí o sí. Si no tienes paciencia, mejor piénsalo dos veces.
La ventaja es que lo haces a tu gusto. Nadie mejor que tú sabe dónde poner esa cita tan épica o cómo dividir los capítulos de manera que todo fluya. La desventaja es que si te sale mal, el libro quedará hecho un desastre; margen desigual, fuentes ilegibles y, lo peor, una experiencia de lectura que haría llorar a cualquier lector. Eso puede arruinar incluso la mejor de las historias y más importante aún: tu reputación como escritor.
Contratar a un profesional: el camino del éxito seguro (y del gasto fijo)
Si lo tuyo no es el diseño o prefieres evitarte dolores de cabeza, contratar a un profesional es la opción lógica. Un maquetador profesional sabe lo que hace y no se va a pelear con los márgenes, las sangrías o los encabezados. Lo dejará todo listo para que tu libro luzca perfecto, ya sea en papel o en digital.
Ahora, lo más duro de digerir: el precio. Esto no es barato, aunque tampoco tiene que ser un golpe al bolsillo si tienes clara tu meta y lo que deseas conseguir con tu libro. Los maquetadores suelen cobrar entre 200 y 800 euros, dependiendo de la complejidad y el tamaño del libro. Claro, si quieres algo más artístico, con detalles personalizados, prepárate para desembolsar más.
En este caso, la ventaja es que te aseguras un resultado impecable. No importa si tu libro es un thriller de 300 páginas o un manual técnico lleno de gráficos, ellos lo harán bien. La desventaja es que pierdes algo de control sobre el proceso y, sí, el coste es un factor. Pero como siempre digo, a veces lo barato sale caro.
¿Qué opción es para ti?
Aquí es donde entra en juego la gran verdad: depende de tus prioridades. Si tienes más tiempo que dinero, maquetarlo tú mismo puede ser una buena opción. Pero si prefieres invertir en calidad y olvidarte del tema, contrata a alguien que sepa lo que hace.
Otra cosa a considerar es el propósito de tu libro. Si lo estás publicando para amigos y familiares, puedes darte el lujo de maquetarlo tú mismo, incluso con algunas imperfecciones. Pero si tu objetivo es venderlo en Amazon o presentarlo a editoriales, no te la juegues. Un libro mal maquetado grita «aficionado» desde kilómetros de distancia.
Si tienes dudas, haz una prueba. Intenta maquetar un par de capítulos tú mismo. Si ves que la cosa fluye, adelante. Si te frustras y acabas queriendo lanzar el ordenador por la ventana, llama a un profesional. Al final, la calidad de tu libro lo merece.
P.D.: Maquetar bien no solo es cuestión de estética; es una forma de respetar a tus lectores. Así que, por favor, no subestimes este paso. La primera impresión cuenta, y en el mundo de los libros, la maquetación es el traje que llevará tu obra. 😉