Te cuento algo que parece tan simple que a muchos se les escapa, y luego no entienden por qué sus libros acaban sepultados en el fondo de los rankings de Amazon. Publicar un libro no es solo escribir y cruzar los dedos. Es como abrir un restaurante en medio de la nada y esperar que lleguen los comensales por arte de magia. No funciona así.
Elegir la categoría correcta y las palabras clave adecuadas para tu libro es el primer paso para que no muera en el olvido digital. Esto no se trata de poner cualquier cosa que suene bonito. Es un arte y una ciencia. Lo ideal es que elijas un mercado lo suficientemente amplio como para tener lectores, pero no tan competitivo que tengas que vender tu alma para destacar. Porque, seamos sinceros, competir en una categoría gigante con miles de títulos es como querer que te escuchen en medio de un concierto de heavy metal gritándole al micrófono sin sonido. Nadie te oye.
Por otro lado, si te metes en una categoría que parece diseñada para que solo tu abuela compre el libro, bueno… no esperes que Amazon te dé su bendición divina. Encuentra el maldito equilibrio. Ese punto medio donde puedes destacar, pero donde también haya suficiente público dispuesto a comprarte.
Ahora bien, el ranking de Amazon no es un capricho. Estar en el top 100 de tu categoría es como tener un foco gigante iluminándote en un estadio lleno de posibles compradores. De repente, el libro empieza a venderse casi solo, como si tuviera vida propia. Pero para llegar ahí, necesitas estrategia, no suerte.
Y hablando de atraer miradas, vamos con el tema de la portada y el título. Esto no va de elegir algo que te haga suspirar de amor. No, señor. Va de captar la atención del lector. Las editoriales cambian títulos de libros porque saben que lo que funciona no siempre es lo que al autor le hace feliz. Si de verdad quieres vender, haz que un profesional diseñe tu portada. Y por favor, deja las portadas de PowerPoint en 1998, donde pertenecen.
Ah, y las opiniones. ¡Qué importante es esto! Una opinión negativa puede ser como una piedra en el zapato, pero no por eso te pongas a comprarlas o intercambiarlas como si fueran cromos. Amazon no es tonto y te puede mandar al carajo si lo haces. Mejor, pide con humildad al final de tu libro que los lectores dejen su reseña. Algo sencillo, sin parecer desesperado, pero con suficiente insistencia para que lo hagan. Créeme, funciona.
El precio. ¡Ay, el precio! No hay una fórmula mágica, pero sí un método. Mira lo que cobra la competencia, evalúa la calidad y el tipo de público al que apuntas. No pongas precios desorbitados pensando que tu libro es el próximo best-seller mundial. Pero tampoco te vendas por migajas si el contenido lo vale. Haz un estudio rápido, pero hazlo.
Por último, la descripción de tu libro. No seas de esos que llenan dos líneas mal redactadas y esperan que alguien compre. Piensa en ello como un discurso de ventas. Tienes que seducir, enganchar y convencer. Usa cada maldito carácter que Amazon te da. Esa descripción es tu vendedor estrella, así que dale lo mejor que tengas.
P.D.: Si haces bien todo esto, tu libro no solo se venderá. Vivirá su mejor vida. Y tú, bueno, tú podrás dedicarte a escribir el próximo con una sonrisa en la cara. O con un café bien cargado, como prefieras.