Yo publico mis libros por mi cuenta ¡tú también puedes!
Hace ya más de diez años, después de meses escribiendo a escondidas, robándole horas al sueño y al cansancio, terminé un manuscrito que me hacía sentir orgullosa. Era mi primer libro. No una obra maestra, pero sí algo mío. Algo que me había salido de dentro con más verdad que técnica, con más ganas que método. Lo envié a algunas editoriales pequeñas, con ilusión pero sin mucha expectativa. Algunas nunca respondieron, otras lo hicieron con un mail tipo plantilla que olía a copia y pega. Unas pocas pedían dinero por “evaluarlo en profundidad”. Sí ¡cómo no! Pasaron meses. Y el libro seguía en el cajón, como si ese fuera su lugar natural.
Y ahí fue cuando empecé a sentir esa mezcla rara de frustración y resignación. Por un lado pensaba que tal vez no era lo bastante bueno. Por otro, me dolía que nadie lo hubiera leído más allá de mi círculo cercano. Sentía que mi historia, con sus fallos y todo, merecía una oportunidad. Solo una. No para cambiar el mundo, sino para salir al menos de ese rincón donde los textos mueren sin haber vivido.
Entonces me puse a buscar opciones. Sin muchas esperanzas, la verdad. Solo quería entender si había otra manera de hacer las cosas. Y ahí me topé con algo que me abrió una rendija de luz: resulta que se puede publicar un libro por tu cuenta. No como esos blogs donde subes cosas y listo, no. Publicar de verdad. Con tu ISBN, con tu portada, con tu precio, con tu nombre en la ficha de autor. Todo.
Sí, acertaste, la solución que encontré fue Amazon KDP.
Y no, no es inmediato ni gratis ni mágico. Pero es posible. Muy posible. Y no necesitas tener millones de seguidores ni contactos en el mundo editorial. Solo necesitas aprender unas cuantas cosas: cómo maquetar el texto para que no se vea como un documento escolar, cómo convertirlo al formato correcto, cómo subirlo a una plataforma de autopublicación, cómo elegir el título adecuado, la categoría, las palabras clave… todo eso que no enseñan en los cursos de escritura, pero que hace la diferencia entre un libro invisible y uno que alguien encuentra y decide leer.
Lo fui haciendo paso a paso. Con miedo, sí. Con errores también. La primera portada fue un desastre. El título original parecía una receta. Me equivoqué subiendo el archivo y el índice no funcionaba. Pero aprendí. Y cada pequeño ajuste me acercaba más a ver ese libro en serio, no como un archivo más guardado con nombre tipo “final_v3_def_ahora_sí.doc”. Seguro sabes de qué hablo.
El día que lo publiqué no sentí fuegos artificiales. Fue más bien una mezcla de alivio y nervios. Pero estaba ahí. Disponible. Público. Listo para quien quisiera darle una oportunidad.
Y entonces ocurrió algo que no esperaba. Empezaron a llegar mensajes. Lentamente, sin ruido. Personas que lo habían leído y que querían comentarme algo. Que les había gustado un personaje, o que les recordó a alguien, o que simplemente habían sentido algo leyéndolo. No eran cientos. Ni siquiera decenas al principio. Pero eran reales.
Eso cambió todo para mí. Porque entendí que publicar por tu cuenta no es un plan B. Es otra vía. Y es muy válida. No es para todos, claro. Hay que currárselo. Hay que aprender. Hay que tener paciencia y aceptar que nadie va a hacer el trabajo por ti. Pero si tienes una historia que merece ser leída, no esperes a que alguien más la valide. El simple hecho de escribirla ya es suficiente motivo para intentar que llegue a otros.
Así que si estás ahí, dándole vueltas a ese manuscrito que tienes guardado, pensando que no es el momento, que no sabes cómo, que te falta algo… te entiendo. Todos pasamos por eso. Pero también te digo que hay camino. Que se puede. Que no necesitas permiso de nadie. Solo dar el paso.
Clara Jueves
P.D. No necesitas tener todo resuelto hoy. Pero si hoy decides aprender lo que te falta para publicar por tu cuenta, mañana estarás mucho más cerca. Es tu historia. Dale la oportunidad de ser leída.