Tendencias temáticas 2025: lo que el lector quiere (aunque aún no lo sepa)

Tendencias temáticas 2025: lo que el lector quiere (aunque aún no lo sepa)

Hay una pregunta que se hacen todos los escritores —aunque muchos no se atreven a admitirlo en voz alta— y es esta: 

“¿Qué está funcionando ahora?”

Porque por mucho que ames lo que escribes, por mucho que lo sientas, si nadie lo quiere leer, te conviertes en el poeta de la servilleta, en el novelista invisible, en el autor que solo su madre leyó.

Y la realidad, por muy artística que la quieran pintar, es que el lector manda. Siempre ha mandado. Y hoy manda más que nunca.

Pero no es que el lector sea un tirano. Es que cambia. Evoluciona. Tiene nuevas preguntas, nuevas heridas, nuevos miedos. Y ahí es donde entra el escritor hábil. No el que se vende, sino el que entiende qué historias piden los tiempos que corren.

¿Y qué se está pidiendo ahora?

Vamos al grano: en libros de no ficción, el desarrollo personal sigue dominando, pero con un giro. Ya no basta con el “cree en ti” o el “visualiza tu éxito”. Ahora la gente quiere crudeza, autenticidad, herramientas concretas. Libros que hablen del caos mental, del burnout, del vacío existencial de estar rodeado de likes y aún así sentir que te estás cayendo a pedazos. El lector básico de hoy (ojo, que esto no incluye a todos los lectores) no quiere solo inspiración, quiere soluciones prácticas que parezcan escritas por alguien que también se ha roto, pero «¡oh! he logrado superarlo y ahora vivo en Miami y me he comprado un lambo».

A mí me parece un poco triste, pero estamos hablando del mercado.

La naturaleza también ha dado un puñetazo en la mesa. En plena crisis climática, los libros que conectan con lo salvaje, lo ancestral, lo verde —ya sea en forma de ensayo, novela o diario personal— están creciendo. El lector no solo quiere entender el mundo, quiere reconciliarse con él. Y si tu libro logra que sienta esa conexión perdida, lo tienes.

La diversidad y las voces ignoradas están más presentes que nunca. Pero ojo, no desde el panfleto ni desde la corrección política, sino desde la verdad. Historias de minorías, de realidades invisibles, de conflictos identitarios tratados con profundidad y sin miedo. Ahí hay lectores hambrientos, buscando referentes, buscando sentirse representados. Y cuando un libro lo logra, no solo se lee, se comparte.

En ficción, la distopía y el realismo mágico están viviendo una segunda juventud. Será por la sensación general de que el mundo se está yendo al carajo, o porque el lector ya no se conforma con el realismo puro. Quiere evasión, pero con mensaje. Tal vez algo que mitigue «la culpa» que tanto nos han inculcado durante varias generaciones.

Quiere historias imposibles que le digan verdades que el telediario no puede contar. Si puedes combinar lo onírico con lo político, lo extraño con lo cercano, tienes un cóctel ganador.

Y una última tendencia que viene pegando fuerte: la autoficción. Porque estamos en la era de lo personal, de lo egoico, pero también del relato con forma de espejo. Libros donde el autor se desnuda, se inventa, se exagera, se reinventa y también miente como un bellaco… y el lector entra como voyeur emocional. Le gusta ver cómo se cae otro, cómo otro lo intenta, cómo otro se salva. No por morbo, sino tal vez por una migaja de esperanza.

De todas maneras este artículo no trata de estimular a escribir lo que esté de moda, trata de entender qué mueve hoy al lector y encontrar el ángulo desde el que se puede decir algo valioso. Porque si algo está claro es que en 2025, el lector no solo quiere que le cuenten una historia. Quiere que lo mires a los ojos y le digas: 

“Yo también lo he sentido. Esto es lo que aprendí. Aquí va mi verdad”.

Javier Carbaial

P.D. No escribas para gustar. De verdad, no pierdas el tiempo en eso. Porque gustar es fácil si no dices nada. Si no molestas. Si eres tibio, plano y correcto. Pero tocar… tocar ya es otra historia. Tocar implica mojarte, moverte y moverse. Tocar es saber dónde poner el dedo, cuándo apretar y cómo decir lo que nadie se atreve a decir. No escribas para que te aplaudan, escribe para que alguien sienta algo. Aunque sea incomodidad. Aunque se le revuelvan las tripas. Porque si no escribes así, si no remueves, si no dejas huella, entonces estás dejando pasar la oportunidad de verdad grande que tiene escribir: cambiar algo, aunque sea un poquito, a la gente que aprecia lo que escribes.

Si tienes alguna duda, pregúntameESTOY. No hay preguntas tontas cuando lo que quieres es avanzar. Estoy aquí para echarte un cable, no para que te vayas con la cabeza hecha un lío. Así que mejor preguntar que quedarse con la espinita clavada pensando “ya lo buscaré después”... porque ese “después” suele ser nunca. Preguntar es gratis. Quedarte con la duda… eso sí que sale caro.