¿Cuáles son los principales desafíos que enfrentan los autores al maquetar un libro?
Cuando terminas de escribir un libro, hay un momento casi místico. Te sientes feliz del resultado. Pero basta con abrir ese Word y mirar como va quedando editado para que todo se derrumbe. De pronto, tu obra maestra parece más un trabajo de instituto que un libro digno de publicarse. Y es ahí cuando empieza el drama: la maquetación.
Sí, maquetar un libro es uno de los grandes frenos a los que se enfrentan muchos escritores. Contratar el servicio no suele ser barato y eso lo convierte en un gran escollo al momento de publicar. Hacerlo por cuenta propia no es imposible, pero sin dudas no es «pan comido» como diría la sabia de mi abuela.
La mayoría no sabe por dónde empezar. Saben que desde su Word pueden realizar el trabajo pero lo que parecía sencillo al principio, resulta que esconde más trucos que un político en campaña. Cuando no entiendes bien cómo usar los estilos, acabas subrayando títulos a manopla, poniendo negritas donde no van, itálicas que lo desconfiguran todo y metiendo saltos de página como si fueran confeti. Resultado: un caos que ni tú entiendes.
Luego está la numeración. ¿Por qué córcholis los números de página se rebelan como si tu libro fuera una película de terror? O te aparecen en la portada, o desaparecen donde más los necesitas. Y si te atreves a agregar imágenes… que San Jordi te ampare. Prepárate para verlas flotar, saltar, encogerse o desaparecer sin previo aviso. Si lo sé, es porque también a mí me pasó al comienzo.
¿Y qué me dices de la tabla de contenido automática? Un invento espectacular que no sirve para nada si no sabes usarlo. Porque una cosa es perder la cordura haciéndolo a mano, y otra muy distinta es que Word lo mantenga actualizado sin destrozarte todo el formato.
Claro, pasa lo que tiene que pasar. Muchos abandonan la idea de maquetar por su cuenta. Otros, con más agallas pero menos conocimientos, publican el libro tal cual, con una maquetación tan fea que parece una broma y luego lo pagan en las reseñas. Y lo peor: creen que es culpa de ellos. Pero no, no es culpa de ellos, es culpa de no tener demasiada idea de cómo funciona el programa, y de pensar que maquetar en Word es cosa de dos clics y lo que recuerdas del colegio.
Además, hay una serie de detalles que te pueden arruinar el proyecto desde el principio: elegir un tamaño de página incorrecto, una tipografía que parece sacada de una invitación de boda o no saber alinear los márgenes. Y claro, tu libro no parece un libro. Parece un panfleto de feria. Repito: tranquilo, a todos nos ha pasado.
El problema de fondo es simple: nadie te enseñó a hacer esto. Y como nadie te enseñó, cometes errores básicos. Como usar espacios para alinear cosas, o copiar y pegar texto de otros documentos sin limpiar el formato. Y eso se nota. Se nota un montón. ¿A que te ha pasado? Repito: lo sé porque también lo viví.
Y aquí viene lo curioso: muchos prefieren esto antes que aprender a hacerlo bien. No por holgazanería, es que creen que aprender a maquetar en Word es como aprender japonés en una tarde. No lo es. Solo necesitas que alguien te diga, paso a paso, cómo se hace. Sin vueltas. Sin rodeos. Sin tecnicismos.
Maquetar tu libro no tiene que ser una pesadilla. Pero sí requiere que dejes de pensar que Word es solo para hacer apuntes o currículums. Es una herramienta poderosa, si sabes cómo usarla. Y si no sabes, o aprendes, o te resignas a que tu obra parezca escrita por un amateur.
Así que si estás en ese punto en el que el Word se te ha convertido en un monstruo de mil cabezas, no desesperes. No eres el único. Y sí, hay una salida. Solo necesitas alguien que te diga por dónde empezar, qué evitar y cómo hacerlo para que tu libro tenga la pinta que merece. Profesional. Pulido. Con estilo. Y sobre todo, digno de estar en una estantería, no en la papelera del escritorio.
Si todo lo que te he comentado te suena y estás al borde de tirar el ordenador por la ventana, tengo buenas noticias.
He escrito un libro que te guía paso a paso para que tu manuscrito deje de parecer un trabajo escolar y se convierta en un libro de verdad, de esos que da gusto leer y ver.
No necesitas ser diseñador, ni informático, ni tener tres másteres en Word. Solo necesitas seguir el método que te cuento ahí dentro. Y ya está. Pruébalo y después me cuentas.
P.D. – Si ya tienes el libro escrito, dale valor y no lo arruines con una maquetación de aficionado. Aprende cómo hacerlo bien o pasa el marrón a alguien que sepa. Pero que se vea profesional, que te lo has currado y tu trabajo lo merece.