¿Quién te dijo que Arial 12 era elegante? ¿Tu cuñado?
Si estás escribiendo un libro y todavía estás usando Arial 12 porque “así viene”, lo siento, pero te tengo que decir la verdad: no estás escribiendo un libro, estás redactando un currículum… aunque tu jefe seguro ni lo nota.
No te culpo del todo. El 90% de las personas, abren Word, empiezan a escribir y nunca, jamás, en su vida, se cuestionan la fuente. Como aparece, así se queda. Como si estuviera bendecido por la RAE o sellado por la UNESCO. ¡Pero es que ni lo pensamos por un minuto!
Y aquí es donde entra tu cuñado (el tuyo, eh, no el mío). Ese que te dijo que Arial era “clara, legible, sobria” y «si todos la usan por algo será, quillo». Y en tu cabeza queda sonando «quillo, quillo, quillo», así con eco y todo. ¡Pues no, campeón! Arial no es elegante. Arial de tanto que la tenemos vista, es un castigo para los ojos. Es como servir vino en un vaso de plástico o hacerse un cubata con Chivas, eso que hacen todos los cuñados —menos el mío—. 😁
Y lo peor es que muchos escritores independientes hacen eso: escriben cosas potentes, con alma, con intención… y les clavan una tipografía de oficina gubernamental. El resultado: nadie se lo toma en serio. Ni el lector. Ni Amazon. Ni nadie. Solo faltaría la abuela sentenciando «¡tienes que aggiornarte!».
¡Pero si me lo dijo mi cuñado, abuela!
Las tipografías cuentan. Y cuentan mucho
Una fuente bien elegida no solo hace que el texto se lea mejor, hace que el lector lo respete más. Que lo sienta más profesional, más cuidado, más digno. Y no, no hace falta ser diseñador para elegir una buena. Tampoco cuesta dinero o tiempo, es solo cuestión de querer hacerlo.
Georgia, Garamond, Baskerville, Palatino… no es tan difícil, hay fuentes que huelen a libro, que respiran historia y no te hacen sentir que estás leyendo un recibo de la luz.
¿Quieres un truco sencillo?
Toma un párrafo cualquiera de tu libro, pásalo a Garamond 11 con interlineado de 1,3… y dime si no sientes que hasta tú escribes mejor. Eso es lo que hace una buena tipografía: eleva tu texto. Le da empaque. Le da tono. Le da presencia. En cambio, seguir con Arial 12 es como ir a una boda en camiseta. ¿Está prohibido? Nope. ¿Podrías hacerlo? Claro que sí. Pero luego no te quejes si no sales en las fotos.
Así que por favor, deja de justificar que es “lo más legible” o que tu cuñado (no el mío) dice que eso de las tipografías son pamplinas. Esas excusas ya no cuelan. Lo legible no está reñido con lo agradable o con lo profesional. Y si tu lector va a pasar horas delante de tu texto, lo mínimo es que no parezca un boletín del colegio o un email del jefe.
Y no me hables de Times New Roman. Que esa es otra que se las trae…
Pero para esa te haré otro artículo. Y ese va a doler todavía más que este.
P.D. Si ya tienes el manuscrito en Arial 12 y no te da la vida para cambiarlo, tranquilo. En mi guía te explico qué hacer para arreglar ese desliz sin que te dé un infarto. Y sin llamar a tu cuñado, claro (el tuyo).