La Verdad Incómoda: Por Qué Leer Sigue Siendo Más Poderoso que Cualquier Video

Te voy a contar algo que seguro como lector ya has notado pero tal vez no has terminado de asimilar. El tema es que, hoy en día, parece que el mundo entero está obsesionado con los videos de todo tipo y especie.  Videos largos, shorts, reels… están en todas partes: en redes sociales, en cursos, en cualquier rincón de internet.

Hay una especie de consenso generalizado que asegura que la mejor manera de aprender, de formarse, de crecer, es viendo videos. Que si el cerebro humano procesa mejor la información visual, que si es más entretenido, que si es más rápido. Y claro, la mayoría se lanza de cabeza, porque ¿quién quiere quedarse atrás, fuera de moda? Todos buscan aprender en modo “fast-forward”, sin esfuerzo, sin detenerse a leer o a pensar demasiado.

Pero aquí te voy a soltar una verdad que ya sabes pero tal vez has olvidado: muchos seguimos apostando por la letra. Por la vieja y querida palabra escrita. Porque sí, los videos son cómodos, y a veces hasta divertidos, pero si realmente quieres aprender de verdad, de esa forma que se te quede grabado a fuego, no hay nada como sentarse a leer. Y no es que estemos en contra de la tecnología y lo sabes.

¿Sabes qué es lo curioso? Que mientras todo el mundo te dice que los videos son rápidos, en realidad, no siempre lo son. Cuando estás viendo un video para aprender algo, te tienes que comer todo el contenido a la velocidad que el video te impone. Si tu paciencia estalla y lo colocas 2x, vas más rápido pero pierdes detalles; si vas más lento, te desesperas.

Y ni hablar de retroceder o adelantar, porque encontrar justo ese punto donde dejaste de prestar atención es un dolor de cabeza (y también lo sabes). Al final, terminas gastando más tiempo del que pensabas y, peor aún, con la sensación de que no retuviste nada.

En cambio, cuando tienes un libro entre manos, tú marcas el ritmo. ¿Quieres leer rápido? Lo haces. ¿Necesitas detenerte, releer un párrafo porque ahí está la clave de todo? No hay problema, lo haces a tu tiempo, sin que nadie te apure ni te ralentice. Puedes subrayar, hacer anotaciones, doblar la esquina de la página para volver después. Es un proceso activo, donde tú controlas lo que aprendes, cómo lo aprendes y a qué velocidad.

Además, estudiar en libros tiene otros beneficios que no se consiguen en ningún otro formato. La lectura mejora tu concentración y enfoque como nada más puede hacerlo. Es como un gimnasio para la mente: cada página que pasas fortalece tu capacidad de mantener la atención en una tarea.

Y luego está la memoria. Los estudios demuestran que lo que lees se retiene mejor que lo que ves en un video, porque leer requiere que tu cerebro trabaje más, construyendo esas conexiones que hacen que la información se quede contigo para siempre.

Y no puedo dejar de mencionar la profundidad. Un libro te permite sumergirte en un tema, explorarlo desde todos los ángulos, con todos los matices, algo que difícilmente encontrarás en un video, donde todo está resumido y empaquetado para consumo rápido.

En los libros encuentras ese lujo de poder dedicarle el tiempo que quieras a cada idea, a cada concepto, sin que nadie te lo mastique ni te lo sirva en bandeja.

Así que, mientras la mayoría corre tras la última moda del video, nosotros, sin dejar de reconocer que es un medio interesante para difundir información, seguiremos aquí, apostando por lo que sabemos que funciona. No se trata de hacer las cosas rápido y sin pensar; se trata de hacerlas bien, con el tiempo y la profundidad que merecen.

Javier Carbaial

P.D. La próxima vez que te sientas atrapado en un video interminable que parece no llevarte a ningún lado, acuérdate de esto. Puede que aprendas algo, pero si de verdad quieres profundizar, si quieres que el conocimiento te acompañe por siempre, toma un buen libro y dedícale tiempo. El conocimiento que realmente vale la pena no tiene atajos.

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