Entrevista a Fausto Lozano Lara: Cuando escribir es volver a uno mismo
Hay libros que nacen de la imaginación, y otros que surgen del cuerpo, de la vida, del cruce exacto entre lo vivido y lo sentido. Masajista a domicilio, la más reciente novela de Fausto Lozano Lara, pertenece a esta segunda estirpe: la de las obras que se escriben cuando la experiencia ya no cabe en silencio.
Fausto no es nuevo en el mundo creativo. Dramaturgo, guionista, escritor versátil, ha publicado desde literatura fantástica hasta biografías. Pero fue esta historia —íntima, cruda, valiente— la que le permitió no solo narrar a otros, sino también redescubrirse a sí mismo. En esta entrevista, repasa su camino con una honestidad conmovedora, y nos recuerda algo esencial: que escribir también es un acto de liberación.
Fausto Lozano Lara es un escritor nacido en 1979 en la Ciudad de México, aunque ha radicado la mayor parte de su vida en Mérida, Yucatán. Su versatilidad se refleja en su obra, que abarca desde la literatura fantástica —como su novela Sueños colectivos (2015)— hasta lo biográfico (No soy Meche la de Juan Gabriel, 2019) y lo erótico y confesional (Masajista a domicilio, 2024). Como dramaturgo, es autor de diversas piezas teatrales: Hasta el fin del mundo, El viaje, El último día en la Tierra, En caso de emergencia, El cártel de las vanidades y Ya no te amo. En el ámbito audiovisual, es creador de la premiada serie web Carwash (2016) y productor y guionista de cortometrajes como Solo de ida (2017), Matías (2019) y Zarigüeya (2022), reconocidos en festivales internacionales.
J.C.- ¿Cómo se llama tu libro más reciente y en qué plataforma lo has publicado?
Mi más reciente libro se llama ‘Masajista a domicilio’. Es una novela con representación LGBT y homoerotismo. Lo he autopublicado en Amazon, Draft y Bibliomanager, lo que me genera un gran alcance a nivel mundial, bajo pedido.
J.C.- ¿Por qué decidiste autopublicarte en lugar de buscar una editorial tradicional?
En el 2014, logré que Editorial Seléctor en México me firmara para publicar mi primera novela Sueños Colectivos, una novela juvenil de Literatura Fantástica. La directora en ese entonces creyó en mí, pero desgraciadamente un año después, al salir publicada mi obra, esa directora ya no estaba (ya nunca supe de ella) y el nuevo director vio a mi novela con rechazo y no hizo ningún tipo de promoción. Ante esto, yo mismo pagué mi viaje a la CDMX buscando entrevistas que me hicieron en tres medios, pero nunca las publicaron, fue como para darme por mi lado. Sin contar el menosprecio con el que me trató ese director.
Yo pensé que firmando con una editorial lo que seguía era la proyección, el apoyo y la difusión, pero no. Gran decepción. Ni siquiera a las ferias de mi ciudad traen el libro, la misma persona que atiende me dice que no sabe porque, si tienen muchos guardados. Afortunadamente, se venció el contrato y ahora con mis derechos piensan reeditar mi libro y sacarlo por mi cuenta.
En mi segunda experiencia, fue una obra por encargo ‘No soy Meche la de Juan Gabriel’. En esa experiencia me pagaron mi trabajo, quiero pensar que justamente, pero era un equipo que no tenía experiencia y no supieron encaminar la obra y todo se volvió un conflicto entre ellos y arrastrándome a mí. También logré conservar mis derechos y ahora manejo el libro por mi cuenta y entre ellos se repartieron los libros impresos para continuar con la difusión, pero de eso ya no me toca nada. No obstante, ahora también tengo ese libro autopublicado.
Es por eso, que decidí probar con la autopublicación y aunque no ha sido fácil del todo, me siento en el camino correcto. Actualmente, hay grandes ventajas en el mundo independiente para publicar y eso me ayuda a no tener que hacer grandes inversiones como en el pasado y al mismo tiempo siempre tener mi libro a la venta.
Además, he ido conociendo cada vez más espacios tanto para vender, como para promocionar y grupos como este que creen en nuestro trabajo. Aunque implica un mayor trabajo, me gusta tener el control de todo y he aprendido mucho, con pequeños tropiezos, sobre este mundo, en el lado comercial, no solo del artístico y me he dado cuenta que hay muchas oportunidades, muchas maneras de encontrar a un público interesado en mi obra, principalmente a través de redes sociales y plataformas de Internet.
Realmente es una maravilla. No estoy donde quiero, aún vendo poco, pero voy conociendo este mundo y siendo que voy avanzando y esa sensación no la tenía en ninguna de mis anteriores experiencias, en donde esperaba que lo que respecta a las ventas lo hicieran por mí, yo solo quería escribir y aunque sigo deseando eso, aprendí que nadie va a luchar y nadie va a defender mi obra como yo y al menos, durante esta etapa me funciona mucho estar al frente de todo, aprendiendo, descubriendo y aprovechando oportunidades.
J.C.- ¿Cuál ha sido el mayor reto que enfrentaste en todo el proceso de autopublicación?
El primero es que no tengo muchos recursos económicos. Incluso, buscando algo que me permitiera tener una entrada y al mismo tiempo me permitiera escribir, empecé como masajista y sin proponérmelo, no solo me dio sustento, sino de ahí saque la idea de Masajista a domicilio. Es decir, es una novela basada en mis experiencias personales y en testimonios de mis clientes. Eso me solucionó la parte económica y me dio la posibilidad de ahorrar para la inversión que ya sabía que tenía que hacer, así mientras escribía iba juntando de lo que ganaba en los masajes para mi proyecto de libro.
El segundo fue personal, pero fue muy satisfactorio. Había muchas cosas no resueltas en mí, heridas no sanadas y complejos no resueltos, miedos, etc., que, al darle de mí a Leandro, pude explorar a fondo y sanar. Lo que al principio fue duro, fue convirtiéndose en una terapia que me liberó, al igual que a mi protagonistas, de esa mala costumbre de querer darle gusto a los demás y no a mí.
El tercero es que mucha gente que conozco no lee, ni siquiera algo que pueda generarles curiosidad. Ese ha sido el más fuerte de mis retos: encontrar una comunidad a la cual les interese mis historias y en eso trabajo. Me siento satisfecho por la parte de que algunos lectores se han comunicado conmigo para confesarme que conectaron con la obra, que les ayudó a algo, lo que sea que les haya dejado, para mí es una tarea cumplida. Sin embargo, quiero que le llegue a más gente, quiero vivir de escribir y para eso hace falta que la gente adecuada me conozca, conozca mi obra y ese es mi trabajo actualmente: trabajar en la creación de una comunidad, llegar cada vez a más gente con mis letras.
Y por último, saber elegir a la editorial correcta, con los servicios adecuados y no caer en estafas, fue algo que me llevó un mes de investigación.
J.C.- ¿Qué aprendiste de esa experiencia que te gustaría contarle a otro autor que esté empezando?
Como expresé en el punto anterior, aprendí que tener una comunidad es indispensable en estos tiempos, pero una comunidad real, que quiera leer tu obra. Veo muchos escritores quejándose de eso, que, si necesitan volverse influencers, que no es lo que buscan. Yo les diría que es cómo funciona y que de nada sirve quejarse, hay que actuar siguiendo ese camino que se va marcando. Sí, hay muchos escritores intentándolo, pero llegarán los que perseveren y si es con grandes historias será más duradero e impactante.
Hay que trabajar a la par escribiendo y difundiendo. El medio lo permite, solo hay que saber aprovecharlo. Quejarse no sirve ni cambia nada, hay que entrar al juego, a sus reglas y actuar desde dentro.
J.C.- ¿Qué es lo que más te enorgullece de tu libro y por qué debería leerlo alguien que no te conoce?
Confieso que al principio, afectado por mi experiencia anterior en la que me exigían llenar de morbo la novela biográfica (lo que nunca vi, sino una historia aspiracional y entrañable y eso escribí), pensé que hacer un libro erótico gay burdo y muy explícito era el morbo que necesitaba para vender más. Sin embargo, muy pronto descubrí que ese no soy yo y tomé otra línea. Me di cuenta que podía a través de esa historia, retratar la manera en cómo vivimos ser gay en Mérida, Yucatán, en diferentes contextos y que era un testimonial valioso que incluía a hombres de diferentes edades.
Entonces, me dejé arrastrar por eso y abarqué mucho de los logros de la comunidad LGBT en mi estado, la discriminación, incluso la situación de las mujeres trans, la doble moral y muchos aspectos que nos oprimen para ser yo. Ese es mi principal orgullo, que le di voz a todos los que alcancé a percibir, que me di voz a mí mismo y a partir de que salió a la venta me di una libertad que me había negado, que sentía que no debía, que no merecía, que no era correcto y ahora me siento feliz siendo quien soy.
Algunos lectores me han compartido su experiencia diciendo que se han identificado con alguno u otro personaje, que han aprendido de sí mismos, que han aprendido de otras situaciones, que les ha ayudado a sanar. Lo mejor que me han dicho es que es un manual que todo hombre gay debe leer. Yo pienso que la comunidad LGBT lo debería leer por eso, por encontrar referentes de ellos, que vean que no están solos y si eso los lleva a profundidades de su ser, sería fantástico.
La gente que no pertenece a la comunidad LGBT debería leerlo para quizá comprender más acerca de las personas gays, para que comprendan que no es una elección y que no tiene nada de malo. Y también, para todos, porque es una historia cautivante, que te lleva por varias emociones, te atrapa y navegas en primera persona con los sentimientos del protagonista y eso se siente muy real. Porque es una historia honesta, verdadera, escrita con mucha pasión, con el alma y el alma no miente.
El camino de Fausto Lozano Lara no ha sido fácil. Ha conocido el menosprecio de las editoriales, la precariedad económica, y la sensación de ser invisible en un mundo editorial donde el ruido parece valer más que la profundidad. Pero también ha encontrado su voz, su libertad, su comunidad. Masajista a domicilio no es solo una novela: es un acto de valentía y verdad, una narrativa que se atreve a tocar lo íntimo sin disfraces.
Escribir puede ser un proceso lento, incómodo, sanador. Publicarse uno mismo es asumir el control de la propia historia, con todo lo que eso implica. Y Fausto lo hace con autenticidad, con alma, y con una certeza: nadie va a defender tu obra como tú mismo.
P.D. Y tú,lector, ¿te atreves a leer algo que no fue escrito para encajar, sino para ser libre?
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