Espadas, poesía y dragones: la magia del 23 de abril
Hoy te voy a contar una historia de dragones, princesas, sangre, rosas, libros y libreros. Asi es, todo junto en la misma historia. En ocasiones, una mezcla bien batida y condimentada resulta espectacular. Como el 23 de abril. ⚔️🌹🐉
Cuenta la leyenda que hace siglos —sí, en plena Edad Media, cuando pasaban cosas muy de Edad Media—, un dragón con muy mala uva apareció en una villa catalana llamada Montblanc. El bicharraco tenía un apetito insaciable: pedía comida, comida y más comida. Al principio le daban animales, claro. Pero cuando ya no quedó ni una gallina para la sopa, al pueblo no le quedó otra que improvisar una ruleta macabra: cada día, alguien sería sorteado para convertirse en el menú del día del dichoso dragón.
Lamentablemente para la familia reinante, un día le tocó a la princesa —otras épocas en las que ser princesa no libraba de que te tocase el numerito—. Pero en el medioevo las reglas eran las reglas y se respetaban.
Cuando la bella dama iba camino a la mesa del dragón, apareció un valiente caballero llamado Jordi (Jorge en Burgos😉), o Sant Jordi como se le conoce hoy en día. Se enfrentó al dragón, lo mató con su espada, y de su sangre brotó una rosa roja (¡toma ya!). Jordi cortó la flor y se la regaló a la princesa. Una hermosa leyenda donde las haya.
Pero aquí no acaba la historia. Siglos después, en pleno 1926, cuando España se encontraba bajo la dictadura de Primo de Rivera y Cataluña vivía tiempos convulsos pero culturalmente fértiles como siempre lo han sido, Vicente Clavel Andrés, un editor valenciano afincado en Barcelona, propuso celebrar un Día del Libro para fomentar la lectura y rendir homenaje a grandes autores como Cervantes. Inicialmente se fijó en octubre, pero en 1930 se trasladó al 23 de abril, aprovechando la coincidencia con el fallecimiento de Cervantes y Shakespeare… y con la ya popular fiesta catalana de Sant Jordi.
Resulta que el 23 de abril de 1616 murieron William Shakespeare y Miguel de Cervantes. Bueno, en realidad parece que no sucedió el mismo día —uno falleció bajo el calendario gregoriano y el otro bajo el juliano—, pero cuando algo conviene, ya sabemos que los detalles son cosa menor, —no dirás que no es poético que los dos capos de la literatura la palmaran al unísono—. ¿Para qué arruinarlo?
El resultado fue una fusión brillante. En Cataluña, el día de Sant Jordi empezó a incluir también libros, y lo que era una fiesta local se convirtió en una celebración doble: amor y cultura, flores y letras. 💖📚🌹
Años después, en 1995, la UNESCO, que para esas cosas tiene buen ojo, dijo: “Redondo. Hagamos del 23 de abril el «Día Mundial del Libro”. Y lo hicieron. Desde entonces, el mundo celebra a los libros, a las letras, a los autores y a los lectores el mismo día en que Sant Jordi libró a Montblanc del insoportable dragón.
Así que ya sabes, cuando un día de abril veas las calles llenas de rosas y de libros, especialmente si paseas por Montblanc, Barcelona, Vic o Salou, no pienses que es por San Valentín (que también se las trae). Piensa en dragones, en princesas, en libreros con olfato y en escritores ilustres. Piensa que es un día para regalar historias y sentimientos. Y, por qué no, para luchar contra tus propios dragones interiores.
P.D. Y si algo nos deja claro esta historia —con sus dragones, princesas, rosas y libros— es que Sant Jordi no es solo un caballero legendario, sino un símbolo vivo de una cultura profundamente rica, creativa y generosa. La cultura catalana, que admiro con todo respeto, supo transformar una leyenda medieval en una fiesta que celebra el amor y la palabra escrita. Y eso, en tiempos donde todo va tan rápido, es pura magia.
P.D.2. ¡Ah! ¡Por cierto! Que casi lo olvido: ¡Feliz día del libro!