El escritor como guía cultural: cuando no solo importa lo que escribes, sino lo que recomiendas

En un mundo saturado de contenido, donde cada minuto alguien publica un libro, un hilo de Twitter, una reflexión en Instagram o un short en TikTok, el lector de hoy está perdido. No sabe qué leer, a quién seguir, qué vale la pena. Y ahí entras tú. No solo como escritor sino como filtro. Como guía cultural.

Porque el nuevo autor no solo crea contenido. También selecciona. También guía. También hace de faro en un mar de ruido digital. Y eso, lejos de restarte autoridad, te convierte en alguien con criterio, con visión, con una comunidad que confía en tu juicio.

Míralo así: si tú lees 10 libros al mes y recomiendas uno que te voló la cabeza, estás haciendo un acto de narrativa también. Estás contando una historia en tu forma de elegir. En tu forma de hablar de otros. Y eso te posiciona.

El escritor-curador es el que lee para escribir mejor. Pero también el que comparte para conectar mejor. Que recomienda lo que lo transforma. Que no tiene miedo de decir “esto me hizo pensar distinto”, aunque no sea suyo.

Y lo puedes hacer desde donde quieras: TikTok, Instagram, un newsletter en Substack, una sección en tu blog. No necesitas una gran plataforma. Solo necesitas tener algo que decir. Algo que te importe. Y una manera clara y humana de contarlo.

¿Pero no estarías “regalando” atención a otros libros? Sí. Y eso es bueno. Porque el lector no te sigue solo por lo que tú vendes. Te sigue por la conversación que representas. Por tu estilo, tu honestidad, tu criterio. Si le recomiendas cosas que le impactan, vuelve. Te respeta. Y cuando saques tu libro, ya tienes su confianza.

Además, la curaduría es una forma de afinar tu propia voz. Al observar lo que otros hacen bien, te inspiras. Te formas. Te sitúas. No como imitador, sino como parte activa de un ecosistema cultural. Porque los autores ya no son solo narradores solitarios. Son nodos. Son referencias. Son brújula para lectores perdidos.

Y sí, esto requiere compromiso. No puedes recomendar por recomendar. Tienes que leer, seleccionar, explicar por qué eso vale. Pero si lo haces con autenticidad, puedes convertirte en una figura influyente. No por fama, sino por criterio.

Javier Carbaial

P.D. – No subestimes el poder de una recomendación honesta. A veces, el lector que no se atrevió a leerte, se queda por la manera en que hablas de lo que amas. Y ahí empieza todo.

¿Tienes una duda? Dímela. Estoy aquí.
No hay preguntas tontas. Lo tonto es quedarse con la espinita clavada.
Prefiero que me escribas hoy a que te arrepientas mañana por no haberlo hecho.
Nada de “ya lo buscaré después”… porque el “después” suele ser nunca.
Preguntar no cuesta nada. Pero quedarse con la duda… eso sí sale caro.