¿Cuánto tiempo debería dedicar a revisar mi libro antes de publicarlo?

Cuando alguien me pregunta cuánto tiempo tienes que dedicarle a pulir un manuscrito antes de soltarlo al mundo en forma de libro, siempre me viene a la cabeza una imagen: un tipo frente al espejo, buscando imperfecciones que solo él ve. Porque el mundo, créeme, está demasiado ocupado para notar si tu pelo está un centímetro más a la derecha o si esa camisa no combina con los zapatos.

Con tu libro pasa lo mismo.

La obsesión por la perfección es un pozo sin fondo. Cuanto más miras, más encuentras. Un adjetivo que “no suena del todo bien”, una frase que podrías ajustar, un capítulo que podrías alargar o acortar. Y ahí sigues, horas y días y semanas puliendo como si cada palabra fuera el último clavo de un ataúd.

Te lo digo claro: la perfección no existe. Y perseguirla solo sirve para aplastar tu trabajo, tus ganas y, de paso, tus oportunidades. Porque mientras tú te empeñas en retocar cada punto y cada coma, ahí fuera alguien con menos talento, pero más valor, ya lo ha publicado. Y lo peor no es que lo publique: es que lo lean. Porque mientras el tuyo sigue “en revisión”, el suyo ya está vendiendo, gustando, criticándose… pero existiendo.

Ahora, no me malinterpretes. Revisar el borrador de tu libro es importante. Tan importante como saber cuándo parar.

Lo básico es lo básico: asegúrate de que no haya errores gruesos. Revisa que el texto fluya, que no haya páginas que pesen como un lunes a las seis de la mañana. Léelo como si fueras un lector cualquiera, uno que no te conoce ni te tiene cariño. Y donde te aburra, córtalo. Sin piedad. Porque si a ti te cansa, imaginate a alguien que no seas tú.

Pero no te obsesiones. Si estás en la página veinte buscando sinónimos de “oscuro” porque “siniestro” te parece demasiado gótico y “sombrío” no te termina de convencer, tenemos un problema.

¿Quieres un consejo? Ponte un límite. Una fecha tope. Marca un día en el calendario y prométete que ese día lo vas a cerrar. Porque si no te impones una fecha, vas a seguir dándole vueltas hasta que la vida te pase por encima.

Según mi punto de vista hay dos tipos de autores. Los que publican el manuscrito esté como esté y los que se lo llevan a la tumba porque “todavía no está listo”. Tú eliges cuál quieres ser o si prefieres como yo, estar en el medio. El mundo siempre recuerda a los que publican, no a los que estuvieron a punto de hacerlo.

Así que sí, revisa. Pulir un poco está bien. Pero cuando llegues al punto en el que no sabes si lo estás mejorando o estropeando, es hora de sacarlo a la calle. Porque la verdadera mejora llega con la práctica, no con la parálisis. Porque lo perfecto aburre, y lo imperfecto, a veces, conecta.

La pregunta no es cuánto tiempo debes dedicar a revisar tu manuscrito. La pregunta es: ¿cuánto tiempo estás dispuesto a dejarlo escondido?

Javier Carbaial

P.D. – Nadie se enamora de lo que no conoce. Publica, aunque no esté perfecto. Porque ahí afuera hay alguien que necesita leerte, y no va a esperar a que tú termines de buscar el sinónimo perfecto de “siniestro”.

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Javier Carbajal

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