Hoy es mi cumpleaños.
No voy a ponerme cursi ni a pedirte que me felicites, no va por ahí.
Lo cierto es que hoy me levanté pensando: ¡otro año más! Pero enseguida me di cuenta de que no es “un año más”, sino “un año menos”, un año menos de excusas para todo lo que tengo ganas de hacer. Porque la vida, con sus vueltas, no te regala más tiempo. Te da el que te da. Y ya está. Y no importa los años que cumplas: «aún es tiempo de crecer, aún es tiempo de soñar», como cantaba aquel poeta argentino en los ochenta.
A lo largo de mi vida, más de una vez pensé que se me había pasado el tren. Que, por ejemplo, esto de publicar libros era cosa de intelectuales con carreras literarias, contactos en editoriales o suerte divina. También lo veía como un sueño lejano. Algo que me hubiera encantado… pero que ya no tocaba.
Lo más curioso es que pensaba eso cuando tenía veinte años menos que ahora ¡y ya creía que era tarde! Hoy sigo cumpliendo años y sigo cumpliendo sueños.
He descubierto que la edad no solo no es un freno, es gasolina pura. Porque lo que uno ha vivido se convierte en oro puro. En historias. En reflexiones. En cicatrices que se transforman en palabras.
Te lo digo con el corazón: cada año cuenta. Cada año suma. Y cuando te sientas a escribir, te das cuenta de que no te falta nada. No te falta “juventud”. No te faltan “contactos”. No te falta permiso de nadie.
Lo único que te falta —y esto a veces duele admitirlo— es ponerte las pilas y COMENZAR.
Hoy, que apago velitas, unas cuantas, pienso en todo lo que todavía quiero escribir. Y en todo lo que todavía puedes escribir tú. No es un mensaje motivacional de calendario, ni una frase de esas que suenan bien en Instagram. Es una realidad que he probado en carne propia: nunca es tarde para intentarlo o volver a hacerlo.
Si llevas tiempo dándole vueltas a tu libro, este puede ser tu regalo de cumpleaños también.
No para mí, sino para ti. El regalo de decidirte, aunque pienses que llegas tarde. El regalo de sentarte y empezar a escribir tu historia.
Yo hoy celebro un año más, pero tú podrías estar celebrando la primera página de tu libro. Créeme, es el mejor regalo que uno se puede hacer.
Aún es tiempo de crecer, aún es tiempo de soñar.
¡Un abrazo! ¡Y a por todo!