Escribí un libro con inteligencia artificial: esto aprendí y te lo quiero contar

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Escribí un libro con inteligencia artificial: esto aprendí y te lo quiero contar

En cuanto pude lo hice. Escribí mi primer libro con la ayuda de una IA. No fue un capricho, fue sobre todo curiosidad, necesidad de probar esta tecnología que guste o no, llegó para quedarse. 

Fue a finales de 2022, cuando la IA generativa era aún bastante desconocida para la gran mayoría. ChatGPT apenas lanzaba su primera versión al público.

Hoy quiero analizar contigo si esa cosa que todos mencionan, pero aún pocos entienden, realmente sirve para algo más que generar frases bonitas o hacer un poco de trampa en colegios y universidades.

Aprendí un montón. Algunas cosas me sorprendieron. Otras me incomodaron. Y algunas directamente me hicieron replantear cómo escribir en este nuevo mundo.

Un poco más de dos años después, con la IA mucho más avanzada que en aquel entonces y con resultados a la vista quiero analizar la experiencia y compartirla contigo.

¿Sirve la IA para escribir un libro? Sí. ¿Lo hace por ti? No. ¿Te mejora el proceso? Si sabes usarla, mucho.

Aquí te cuento lo que aprendí en carne propia. Sin querer venderte humo y sin miedo al ¡oh, qué dirán! Porque en realidad, lo que despotrican algunos puristas contra la IA no difiere mucho de lo que otros dijeron antes sobre otras nuevas tecnologías.

1. La IA no escribe por ti, te obliga a pensar mejor

No es un reemplazo de creatividad, es más bien un espejo. Si le pides mal, te da mal. Si eres claro, concreto y sabes que quieres, es un banco de ideas e inspiración infinito. Pero si vienes en modo “a ver qué sale”, te devuelve basura. Es como un GPS: no maneja por ti, pero si sabes a dónde vas, te guía mejor que nadie.

2. La parte más difícil sigue siendo tuya

Estructurar, decidir qué dices y qué no, revisar, conectar ideas, poner alma… eso olvídalo, no lo hará por ti ni ChatGPT ni nadie. La IA ayuda, pero no está en tu cerebro. No siente lo que viviste aunque se lo cuentes. No conecta con tu lector como tú puedes hacerlo. ¿Por qué? Porque el lector te quiere escuchar a ti. Lo técnico, lo mecánico, sí puede dártelo. Lo emocional, lo real, lo que tú desde dentro quieres comunicar, eso es cosa tuya. Es parte de tu trabajo.

3. Te da velocidad, pero no profundidad automática

Puedes generar en minutos lo que antes te llevaba horas. pero ojo: cantidad no es calidad. Tienes que filtrar, corregir, reescribir. La IA te da borradores rápidos que pueden sonar muy interesantes, pero si no los tocas, suenan genéricos. Eso se nota. Y lo genérico cuesta de vender.

4. Es ideal para salir del bloqueo

¿Estás trabado? ¿No sabés cómo empezar un capítulo o cómo seguir una escena? Le pides una versión alternativa, una idea, una estructura… y pim pam pum, destraba. No es magia. Es otra mente (fría, pero constante e incansable) que te da millones de posibilidades.

5. Aprendí a escribir mejor… al tener que enseñarle a la IA

Para que la IA me entendiera, tuve que afinar mis ideas, ordenar mis pensamientos, pensar en voz alta. Eso, sin querer, me volvió más claro. Más estratégico. Me obligó a planificar mejor. A explicar sin adornos. Y eso, a la larga, logró mejorar mi libro. O al menos eso dijeron quienes lo leyeron.

6. El miedo a “que se note” es real, pero controlable

Sí, claro que se nota cuando un texto es todo IA. Suena muy correcto, pero en ocasiones vacío. Si lo usas como base, lo enriqueces, le das tu voz, tus ejemplos, tus giros… se siente humano. La diferencia está en el toque personal. Y eso, la IA todavía no lo maneja como puedes hacerlo tú.

Entonces ¿Vale la pena escribir con IA? Sí, si sabes usarla. Si no quieres que escriba por ti, sino contigo. Como un asistente, como una extensión de tu cabeza. Pero si esperas que haga más magia de la que ya hace… siéntate y sigue esperando.

La inteligencia artificial no reemplaza escritores. Reemplaza excusas. Y eso, para muchos, ya es suficiente.

Javier Carbaial

P.D. Acabo de publicar un libro donde cuento al detalle toda la experiencia que adquirí utilizando la IA como asistente. Te dejo el enlace a continuación.

¿Tienes una duda? Dímela. Estoy aquí.
No hay preguntas tontas. Lo tonto es quedarse con la espinita clavada.
Prefiero que me escribas hoy a que te arrepientas mañana por no haberlo hecho.
Nada de “ya lo buscaré después”… porque el “después” suele ser nunca.
Preguntar no cuesta nada. Pero quedarse con la duda… eso sí sale caro.

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