Zines híbridos: la revolución silenciosa ¡Publica sin pedir permiso!

Zines híbridos: la revolución silenciosa ¡Publica sin pedir permiso!

Puede que cuando escuches “zine” pienses en fotocopias mal cortadas, grapas torcidas y dibujos hechos con pilot en los años 80. Y no vas tan mal. Si eres de la época que internet no existía, sabes bien de qué hablo y es probable que hayas participado en la creación de más de uno.

Hoy, los zines han evolucionado. Y lo que antes era un fanzine punk que se repartía en ferias underground, ahora también es un archivo digital interactivo, una publicación de autor con estética DIY (hazlo-tú-mismo), o un objeto de colección impreso en tiradas limitadas. En resumen: un canal perfecto para el autor que quiere escribir y publicar sin pedir permiso.

Los zines —digitales, físicos o ambos— están regresando con fuerza. En una época donde todo parece profesional, pulido y perfecto, lo hecho a mano, lo imperfecto, lo directo, lo humano… vuelve a tener valor. Pero no es solo nostalgia. Es necesidad. Es la misma resistencia en un diferente formato.

Hoy, autores, poetas, ilustradores, diseñadores y activistas están usando el zine para decir lo que no entra en los dichosos algoritmos. Para publicar sin tener que optimizar para Amazon, sin encajar en el feed de Instagram, sin esperar que un editor les apruebe el tono. Solo ellos, su texto, su voz y un lector que aprecia esa crudeza.

Y lo más interesante es que muchos están mezclando formatos.

Zines físicos que incluyen códigos QR a audios, animaciones o playlists. PDF que imitan la textura de una publicación impresa. Publicaciones de Substack que se convierten en zines anuales con lo mejor del contenido. Incluso fanzines por WhatsApp o Telegram. Sí, zines en el teléfono. Bienvenidos al siglo XXI.

El zine híbrido de 2025 no es para mentes tibias ni para los que andan con miedo a mancharse las manos. Es versátil, sí, pero también es una patada en el trasero al formato tradicional. Es directo e íntimo como una confesión escrita con rabia y ternura al mismo tiempo. No es la postal cursi de una niña de papá que juega a la revolución con rotuladores caros y montanas que le compran en casa. Es la protesta de verdad, la que huele a calle, a cemento caliente y a sudor de gente cabreada con razón.

Es una carta abierta que se disfraza de revista para colarse en todas partes y decir lo que muchos callan. Y como autor, si tienes un mínimo de agallas, te deja hacer lo que te salga de adentro: cambiar formatos como quien cambia de piel, reventar los márgenes, hacer collage como si fueras un maestro del caos, escribir con tipografías imposibles que ofenden, contar historias mínimas con peso de cuarenta ladrillos, dibujar poesía con imágenes, pensar en voz alta sin ningún filtro. Aquí no hay reglas. Y si las hay, te las pasas por el trasero.

Además, no necesitas grandes tiradas. Puedes hacer 30 copias, distribuirlas tú misma o tú mismo, venderlas desde tus redes o incluso a tus colegas por Telegram o lo que manejes. Puedes regalarlas. Puedes mandarlas solo a quienes se suscriben a tu newsletter. Puedes crear comunidad con algo que no solo se lee, sino que se siente en las manos o en el scroll.

¿Y sabes qué más? El lector que recibe un zine no es cualquier lector. Es alguien que valora la rareza, lo independiente, lo fuera de norma. Es alguien que se queda. Que te recuerda. Que espera tu siguiente entrega como quien espera una carta de alguien que importa.

Javier Carbaial

P.D. – Si tienes algo que decir pero no encuentras dónde, haz un zine. Si lo tienes claro, hazlo híbrido. Y si aún dudas, igual hazlo. Porque a veces, la mejor forma de encontrar lectores es dejar de seguir caminos y empezar a fabricar los tuyos.

Si tienes alguna duda, pregúntameESTOY. No hay preguntas tontas cuando lo que quieres es avanzar. Estoy aquí para echarte un cable, no para que te vayas con la cabeza hecha un lío. Así que mejor preguntar que quedarse con la espinita clavada pensando “ya lo buscaré después”... porque ese “después” suele ser nunca. Preguntar es gratis. Quedarte con la duda… eso sí que sale caro.

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