Quiero escribir un libro y no sé cómo empezar
Esto te lo tengo que decir antes de que vayas a comprarte una libreta Moleskine, una lámpara vintage o te apuntes a un retiro espiritual en Bali para encontrar tu “voz literaria”.
Querer escribir un libro y no saber por dónde empezar es como querer enamorarte sin salir de casa: puedes tener muchas ganas, puedes ver muchas pelis en Netflix, puedes incluso escribir poemas en las notas del móvil o apuntar tus sueños… pero si no te lanzas, si no te arrastras por el barro del primer párrafo, no vas a tener nunca ni libro ni historia, ni nada.
Y ahora que lo piensas, sabes que es verdad.
Hay miles de personas que dicen lo mismo: quiero escribir un libro. Lo dicen en cenas, en Instagram, en la peluquería… pero si tú vas, y abres el portátil, y aunque sea con dos dedos empiezas a escribir “Érase una vez” o “Me llamo Marta y esto es lo que me jodió la vida”, ya estás más cerca del libro que el 98 % de los que solo lo sueñan.
Pero claro… tú no quieres escribir cualquier cosa. Quieres escribir algo que valga la pena. Y ahí es donde te estancas, porque en tu cabeza tienes que escribir algo brillante, profundo, que te publique Planeta y te invite Pablo Motos a su hormiguero. Y como no sabes cómo hacer eso, no haces nada. Muy bien.
¿Te digo un secreto?
Nadie sabe cómo se empieza un buen libro. Se empieza mal, se empieza desprolijo, se empieza copiando lo que uno ha leído mil veces. Se empieza escribiendo cosas que luego te dan vergüenza. Pero se empieza.
Porque cuando te das permiso para escribir mal, de pronto, entre toda la basura que produces… aparece una frase buena. Una que brilla. Una que te dice: “Ey, esto sí es tuyo”.
Y a partir de ahí todo cambia.
El problema no es que no sepas por dónde empezar. El problema es que crees que hay una forma correcta de empezar. Como si los libros fueran croquetas y tuvieras que seguir una receta.
No hay receta.
(Pero sí, como para cocinar, hay que tener huevos)
Hay que tener huevos (o agallas, o rabia, o deseo, o todo junto) para escribir algo que te dé miedo enseñar.
Eso sí es escribir un libro.
Así que ya está bien de excusas. Abre un ese Word y empieza a escribir lo primero que se te pase por la cabeza. Aunque sea una carta a tu yo del pasado, aunque sea una lista de las cosas que te jodieron la vida. Aunque sea un cuento en el que tú atacas a tu jefe con una grapadora.
Eso es empezar.
Lo demás es procrastinación disfrazada de perfección.
Y si necesitas que alguien te dé permiso: te lo doy. Escríbelo.
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P.D. – Si te atreves a escribir aunque no sepas cómo, ya has ganado. Y si no te atreves, quédate con tu libreta bonita y tus ganas rotas. Tú decides.