Escribir una sinopsis a veces se complica. No sabes ni por donde comenzar. Parece imposible, ¿verdad? Pues es más o menos así de complicado. Porque tienes que condensar toda la magia, los giros, los personajes que te han costado meses (o años) construir, en apenas unas líneas.
Pero no es solo eso, además necesitas que esas líneas no solo resuman, sino que vendan. Que hagan que el lector sienta una necesidad irresistible de descubrir más. Vamos, que se lleve tu libro a la caja sin pensárselo dos veces.
Recuerdo la primera sinopsis que escribí. Creía que lo había clavado. La tenía en la cabeza, la veía espectacular. Las palabras mágicas eran: “inspirador, conmovedor, profundo”. Tres adjetivos que para mí lo resumían todo, y que en mi cabeza pintaban a mi libro como una obra maestra digna de premios.
Y sí, adivinaste, nadie se acercó. Ni siquiera a preguntar de qué iba. Porque las palabras vacías se ven a kilómetros. Nadie quiere leer lo que ya ha leído mil veces. Y esos tres adjetivos se han usado tanto, pero tanto, que lo que provocan es lo contrario de lo que buscas: hacen que la gente pase de largo.
Y pasaron de largo.
Así que lo primero que te tengo que decir es esto: las palabras de moda y los clichés, fuera. Nada de «épico», «fascinante», «lleno de intriga». Ya están gastadas. Son palabras que la gente ha visto pegadas en mil y una portadas y que ya no dicen nada. Si quieres que tu sinopsis destaque, tienes que usar tu propia voz. Esa misma que has puesto en el libro, con tu estilo, con ese tono que solo tú sabes manejar.
Porque al final de eso se trata: que quien lea esas líneas sienta que tu historia es única, que no se parece a ninguna otra. Y eso no se consigue rellenando la sinopsis con tópicos.
Entonces, ¿cómo haces para que tu sinopsis destaque y funcione? Vamos por partes, que aquí hay bastante de qué hablar.
1. La premisa es la reina. Una sinopsis no es un resumen de tu libro, es la presentación de tu historia. Tienes que explicar el conflicto central sin contar toda la trama. Y cuando digo conflicto, me refiero a qué es lo que está en juego, qué mueve a tus personajes a hacer lo que hacen. Porque si logras dejar claro qué problema enfrentan, y cómo se las ingenian para tratar de resolverlo, ahí ya tienes la atención del lector.
Ejemplo: «Un hombre sin memoria despierta en medio de un bosque, con una pistola en la mano y una misión que no recuerda. La única pista es una foto arrugada en su bolsillo, y un nombre que parece ser el suyo. Ahora, tendrá que descubrir quién es antes de que lo encuentren a él.»
¿Ves a lo que me refiero? Estás dando el núcleo de la historia, pero sin contar de qué va todo. Dejas que el lector imagine, que se pregunte por qué, que quiera saber más. Eso es lo que engancha.
2. Sé directo, pero dale un giro personal. Nada de andar por las ramas. No estás escribiendo poesía, ni necesitas ser demasiado artístico. Pero sí tienes que mostrar tu tono, ese que usas en tu libro. La sinopsis tiene que sonar como una extensión de la voz del narrador o del estilo que usas para contar tu historia. Si tu novela es irónica, mete una pizca de ironía en la sinopsis. Si es sombría y tensa, que se note también aquí. Tu sinopsis es tu primera oportunidad de mostrarle al lector cómo escribes. Y créeme, la gente nota cuando hay coherencia entre lo que prometes y lo que entregas.
3. Despierta curiosidad sin soltarlo todo. Este es un punto delicado, porque hay quienes creen que una sinopsis es una oportunidad para contar toda la trama. Error fatal. No, la sinopsis tiene que ser como un buen tráiler. Da una idea del tono, de la historia, presenta al personaje principal y el problema que enfrenta, pero deja fuera lo suficiente para que el lector se quede pensando: “Vale, pero ¿y cómo sale de esta?”. Si cuentas todo, ¿para qué van a molestarse en leer tu libro?
Lo que debes hacer es dejar un par de incógnitas abiertas, algo que haga que la gente se quede con la duda. «¿Descubrirá quién lo traicionó antes de que sea demasiado tarde?» o «¿Conseguirá encontrar la verdad sin perderse a sí mismo en el proceso?». No es necesario ser demasiado original, pero sí efectivo. La clave está en que ese misterio o esa pregunta suene intrigante, no solo en tu cabeza, sino también en la del lector.
4. Describe lo justo y necesario. Esto es algo que veo constantemente. Autores que empiezan a meter personajes secundarios, subtramas y detalles que son importantes, sí, pero que no tienen lugar en la sinopsis. Piensa que cada palabra tiene que ganarse el derecho de estar ahí.
Una sinopsis no puede tener más de 150-200 palabras. ¿Por qué? Porque más allá de eso, empiezas a perder a la gente. No tienes que explicarlo todo. Si tu libro es sobre un detective que investiga un asesinato en un pequeño pueblo, basta con decir eso. No necesitas contar que el detective tuvo una infancia difícil y que además tiene problemas con la bebida (a menos que eso sea fundamental para entender el conflicto principal).
Lo más importante aquí es la claridad. Que quien lea tu sinopsis entienda de inmediato de qué va la historia. Si tiene que leerla dos veces para pillar el concepto, la has liado. Porque ya se ha aburrido y ha pasado a otra cosa.
5. Y aquí va la guinda: crea una conexión emocional. Esto es lo que hace que la sinopsis realmente funcione. Tienes que conseguir que el lector sienta algo. No importa si es miedo, curiosidad, emoción o simpatía, pero algo. Y la forma de lograr esto es haciendo que el conflicto se sienta real y cercano.
¿Tu protagonista tiene que salvar el mundo? Bien, pero ¿qué significa eso para él? ¿Qué lo motiva? ¿Qué lo aterra? ¿Qué perderá si fracasa? Porque, aunque tu historia sea sobre un dragón que lucha contra alienígenas en el siglo XXIII, lo que importa no es la batalla, sino por qué el dragón tiene que luchar en primer lugar.
No tengas miedo de jugar con las emociones en tu sinopsis. No es necesario que hagas llorar a nadie, pero sí que dejes claro que hay algo en juego. Porque eso es lo que hace que la gente se interese por una historia: saber que hay algo importante que puede perderse o ganarse, y querer acompañar a los personajes en ese viaje para descubrirlo.
6. Evita el autobombo disfrazado. Y por favor, por favor, evita los clichés tipo “la historia que cambiará tu vida”, “la novela más divertida y emocionante del año” y demás florituras. Eso no hace más que poner al lector a la defensiva. Todos queremos que nuestros libros sean memorables, pero no se lo vendas como si fuera un milagro literario. Deja que la historia hable por sí misma. Y si es buena, créeme, el lector la encontrará.
Al final, recuerda que una sinopsis es una promesa. Es lo que le estás prometiendo al lector si decide dedicar su tiempo y dinero a tu libro. Así que hazlo bien. Dale una razón para querer más, hazle sentir que va a vivir una experiencia única y especial si decide entrar en tu mundo.
Y si logras eso, has ganado.
P.D.: Si todavía te atascas al escribirla, aquí tienes un consejo infalible: escríbela como si se la estuvieras contando a ese amigo que no tiene tiempo ni ganas de escucharte. Ese que necesitas convencer rápido y sin rodeos. Si logras que a él le interese, habrás hecho una sinopsis de las buenas.